El rock como todo llanto

¿Te acordás de tu primer recital del Indio? Pues si, me respondí a mi misma. Resulta ser que fue por allá en el 2005, cuando recién cumplía mis 16 años. Fuimos con unos pocos amigos y volvimos con muchos más.
Algunos están, otros ya observan los recitales desde las plateas más altas, como mi querido Almir, ese hincha de Almirante Brown que se ganó el corazón de todos.

Resulta que por aquel entonces los recitales eran una fiesta. La enfermedad se podía disfrutar y esa piel que no nos deja huir no estaba tan arrugada.
Resulta que éramos pocos (Si se le puede llamar pocos a 50 mil personas),
Resulta que éramos los que querían estar,

Como un zonda bien sanjuanino, el fenómeno avanzó y creció, llevandosé todo a su paso.
El espectáculo pasó a un segundo plano, quedando en primer lugar "la previa". Ese lugar mítico donde el libre albedrío era la ley principal.

Peleas, lluvia, barro, falta de señal telefónica, frío, lluvia, kilómetros y kilómetros de fila para ingresar, lluvia, falta de respeto al colarse, al ser más vivo que los demás y empujar para entrar sin una entrada. (Mencioné la lluvia?)

El objetivo principal se fue desvirtuando y los culpables no sólo fueron los feligreses. El lugar se empezó a teñir de banderas políticas, de gente con otros intereses que van más allá del musical. La muerte reapareció para tomar protagonismo en el lugar y se llevó a 2. Digamos que fue "benévola". La tragedia se respiraba en el ambiente, según varios presentes.

Hasta el más valiente tuvo miedo, miedo de morir en un recital.

¿Sabes qué era lo que me gustaba de las misas? Qué era como ir a ver un partido de fútbol, sólo que todos jugábamos para el mismo equipo. Eso cambió, quedó en el pasado, el equipo de la violencia tomó la posta y se llevó por delante a la cordura de más de uno.

Lejos quedaron esos asados en los que te hacías amigo de un pibe que iba sin parrilla y te pedía compartirla.
Lejos quedó esa historia de conocer a alguien porque te pidió un lillo y quedarte todo el recital a su lado.
Lejos quedaron las amistades que surgían de la nada, los nombres y teléfonos que debías recordar porque ni celular llevabas encima.
Más lejos aún quedaron las personas que te levantaban cuando la marea humana te tiraba al piso. Ahora están cerca las personas que te pisotean, que tiran botellas de vidrio para lastimar, que llevan puntas y no se saben ni un tema de la banda que fueron a ver, por que les interesa ser parte del mito, pero no lo sienten como vos, como yo...





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